Sus hijos, Sergi y Mar nunca habían estado en la tierra del abuelo.
“Pero este verano volvemos. Hay que ir a Tobed”, insiste el pequeño de la camada mientras espía el móvil en busca de noticias esperadas. Falta Álex, el mayor. “Quería venir, pero está en Valencia entrenando”. El primogénito persigue el sueño que la Guerra Civil despertó en pesadilla para sus abuelos. El tripulante quiere ser olímpico, como lo podrían haber sido Fernando Muscat y Carme Sugrañes en Berlín en 1936.
Qué bonito es el Pilar”. Mar persigue los detalles de la Basílica con los ojos bien abiertos. Sergi no quita los suyos de la pantalla del celular. Pasean curiosos por la calle Alfonso antes de desviarse al Tubo por el consejo paterno. “Esto ha cambiado mucho. Nada que ver a cómo estaba cuando yo vivía en Zaragoza. ¡Cómo me gustaba venir aquí a comerme unas madejas!”, narra Santiago a su prole. El camino introductorio para en la Plaza San Miguel. En el edificio de la esquina, frente a la bella torre mudéjar de la iglesia, vivía el ‘abuelo’en los años que vivió en la capital de Aragón. “Hay que hacerse una foto para que la vean todos”, insiste Mar.
La gala de la Federación Aragonesa de Baloncesto reúne a toda la familia de este deporte en nuestra comunidad. Los merecidos homenajes se van sucediendo, resaltando las semblanzas de las figuras de José Luis Abós y Toño Riva, recientemente fallecidos y siempre recordados. Se suceden los premios a los internacionales del año, a clubs que celebran su aniversario, a instituciones que apoyan esta disciplina, a ilustres como José Luis Rubio, Fernando Arcega, Alfonso Alonso, Fernando Abad, Isidro Lázaro, Paola Mercadal o Guillermo Uguet.
Se enfila la recta final y el presentador Luis Zárate llama al escenario a la familia de los hermanos Moreno, Pedro y Jesús, jugadores del que fue el primer partido de Helios en 1934. Los aplausos vuelven a resonar. Sergi Muscat, de reojo, rebusca en su teléfono ese ‘guasap’ perezoso, que no llega, pero lo guarda raudo en el bolsillo de su americana. Llega el momento, el motivo y orgullo de su visita. En la pantalla aparecen imágenes de su abuelo jugando con la camiseta del Laietà, de esa debutante selección española en Suiza o como entrenador pionero del baloncesto femenino… El reconocimiento histórico a la figura de Fernando Muscat llega en 2014 de la mano de una Federación Aragonesa de Baloncesto que está trabajando para recuperar la memoria histórica de esos pioneros olvidados, poner en valor a personas anónimas pero imprescindibles para que la semilla de esa pasión germinase décadas después en decenas de miles de zaragozanos y aragoneses.